Recordando los orígenes
CORAZON (¿?)
El corazón es uno de los conceptos más importantes en medicina. Vale la pena, pues, dedicar unas líneas a reflexionar sobre el origen y significado de las palabras que usamos para referirnos a él.
A partir del sánscrito se originaron los vocablos con los que denominamos al corazón en casi todas las lenguas indoeuropeas, y muchas palabras castellanas de uso corriente, así como otras muchas de uso médico proceden de las palabras latina (cor) y griega (kardia) que designan este órgano.
La palabra que designa al corazón en sánscrito es hrid1. Esta palabra significa “saltador” y hace referencia a los saltos que da el corazón en el pecho en respuesta a los esfuerzos y a las emociones.
Al parecer, una variante de la palabra hrid, que los griegos pronunciarían krid, luego kridía y más tarde (por metátesis) kirdía, dio lugar al término griego καρδια (kardia) y al latino cor1. Cuando el latín vulgar evolucionó hacia las diferentes lenguas romances, casi todas ellas denominaron al corazón con esta última palabra o con vocablos derivados de ella.
Coraje viene del francés courage y aparece hacia 1330 con el significado de ira» (que conserva actualmente, sobre todo en el habla popular) y hacia 1440 con el significado de “valentía”.
Cuerdo, cordura y muela cordal (la del juicio) vienen de cor a través del adjetivo cordatus (juicioso).
Es curiosa esta relación entre la sensatez y el corazón. El mismo origen tienen acordado en su sentido de “cuerdo” y “prudente”, acordar en su sentido de “volver uno en su juicio” (antiguamente también significaba “despertar” o “caer en la cuenta”) y recordar en su sentido de “despertar” o “volver en sí”.
De cor viene también la curiosa palabra inglesa core, que se usa para referirse a la parte interna del cuerpo humano y a la nucleocápside de ciertos virus.
Rev Esp Cardiol. 2004;57:327-30 - Vol. 57 Núm.04.
LOS BARBARISMOS DEL CORAZON
En muchos países de habla hispana se ha tendido en los últimos años a echar mano para expresarse de vocablos extranjeros, muchas veces sin molestarse en comprobar si existen en castellano expresiones equivalentes que se podría aprovechar.
Algunos de los barbarismos relacionados con el corazón y sus enfermedades son galicismos por ejemplo:
· Débito por gasto cardíaco.
· Despistaje por detección sistemática.
· Pontage por empalme.
· Triage por tría o selección de pacientes.
Sin embargo, la mayoría de los que se han incorporado en el último siglo son anglicismos:
· Péptido natriurético atrial por péptido natriurético auricular.
· Angioplastia con balón por angioplastia con globo
· Bypass por anastomosis vascular,
· Desorden por alteración o trastorno,
· Fracción de eyección por fracción de expulsión,
· Flutter por aleteo auricular,
· Hall del hospital por vestíbulo o zaguán, nodo por nódulo auriculoventricular,
· Rales frecuente en Hispanoamérica por estertores,
· Randomizado por aleatorizado o distribuido al azar,
· Taquicardia reciprocante por taquicardia por reentrada,
· Run de extrasístoles por ráfaga o salva de extrasístoles,
· Screening por cribado o detección sistemática, sensar por detectar,
· Shock por choque o colapso circulatorio,
· Isquemia silente por isquemia asintomática,
· Stress de pared por tensión de pared.
Entre varios más…
Rev Esp Cardiol. 2004;57:327-30 - Vol. 57 Núm.04.
EL ESTETOSCOPIO (conocido también como Fonendoscopio).
Es interesante recordar que ese emblema médico que es el estetoscopio, se creó como una herramienta para la exploración del tórax hace ya 200 años. Este desarrollo –sí el estetoscopio fue un desarrollo tecnológico en su época– lo publicó René Laënnec en 1819 en un tratado que causó gran interés en los médicos europeos.
Antes de esta herramienta, el médico auscultaba a sus pacientes colocando la oreja directamente en el tórax del enfermo.
Esta maniobra tenía algunas desventajas, ya que en las mujeres obesas los ruidos eran casi inaudibles, y explorando a una paciente con esas características se le ocurrió enrollar una serie de hojas de papel, para formar un cilindro, aplicó un extremo a la zona cardiaca y otra a su oído y se dio cuenta de que no había distorsión del sonido.
Con esto, Laënec desarrolló una manera de auscultar indirectamente el corazón y los pulmones.
Revista de la Facultad de Medicina de la UNAM Vol. 59, No. 6, Noviembre-Diciembre 2016
La Cardiología en México
Los cambios fundamentales en la mentalidad del país como consecuencia de la Revolución Mexicana de 1910, se reflejaron en su vida médica, su Universidad y sus Hospitales. El año de 1924 puede situarse como el inicial de una reforma médica, que partió del Hospital General de la Ciudad de México en donde se comienza a desmembrar la medicina general para dar paso a las especialidades. Así, el primer departamento de especialidad médica en nacer fue el de Cardiología, que tuvo su primer servicio en 1924, y fue confiado al Dr. Ignacio Chávez Sánchez durante un lapso de 20 años, hasta 1944 en que se inaugura el Instituto Nacional de Cardiología.
Después de dos años de estudio en París, bajo la dirección de los profesores Henri Vaquez y Charles Laubry, el profesor Ignacio Chávez regresa a México en 1927 con la firme idea de crear un Instituto que según sus palabras, “fuera algo más que un hospital para cardíacos”. Lo concebía como un lugar en donde se impartiera asistencia médica no sólo de alta calidad científica sino además con calor humano dirigida a una población económicamente débil y necesitada, en años en los que la Seguridad Social en México aún no se iniciaba. Aunado a esto, se pretendía que dicho Instituto contara con una escuela que fuera un foco de difusión de doctrinas médicas avanzadas. Finalmente, otro de los objetivos era el fomentar la investigación científica, aquélla que creara ciencia propia y no se concretara a importar y asimilar la extranjera. En otras palabras “a vivir a tono con el pensamiento científico de hoy, no con el de ayer; y en el concierto universal de las ideas, ser una voz y no un eco”.
Así, el 18 de abril de 1944 es inaugurado en la Calzada de la Piedad (hoy llamada Av. Cuauhtémoc), el Instituto Nacional de Cardiología, por el entonces Presidente de la República Manuel Avila Camacho y el Secretario de Salubridad y Asistencia, el Dr. Gustavo Baz, en una solemne ceremonia que reunió a la comunidad científica de todo el continente.
El Instituto nace en plena madurez y cabal productividad, “fatalmente a tiempo” (el mundo, y en particular Europa, emergía apenas de la II Guerra Mundial), lo que permitió un gran caudal de aportaciones científicas desde sus primeros momentos. Los distintos campos de trabajo del Instituto y de sus hombres se delineaban ya con nitidez, creciendo y floreciendo en la década de los años ‘50s. La clínica clásica, apoyada en la moderna tecnología de esos años, se depura, y difunde a través de un amplio grupo de maestros en donde destacan los nombres de Ignacio Chávez, Teófilo Ortiz Ramírez, Manuel Vaquero, Salvador Aceves, Rafael Carral y de Teresa, Felipe Mendoza, Armando Cuéllar, Alfonso de Gortari, Luis Méndez y José Manuel Rivero Carvallo, entre otros.
Florece el Cateterismo Intracardíaco y con él los estudios pioneros Hemodinámicos y Electrofisiológicos, realizados por los doctores Rodolfo Limón, Víctor Rubio y Jorge Soní, apoyados por decenas de brillantes colaboradores mexicanos y extranjeros. Es en este departamento del Instituto, en donde por primera vez a nivel internacional se pasa el catéter a través de un canal arteria persistente y se realizan valvuloplastías, olvidadas en ese momento y tan de actualidad en el presente decenio. Utilizando la Técnica de Celis, que modifica el método original de Agustín Castellanos, se inyecta una substancia opaca directamente en el sitio que se desea explorar dentro del corazón obtiendo nítidas imágenes que son publicadas en 1946 por Ignacio Chávez, Narno Dorbecker y el doctor Celis. En 1947 los suecos perfeccionan este método y lo llaman Angiocardiografía Selectiva, misma que hoy se práctica en todo el mundo. En Electrocardiografía, Demetrio Sodi Pallares, Enrique Cabrera y decenas de colaboradores mexicanos y extranjeros dieron renombre internacional a la Escuela de Electrocardiografía desarrollada en este Instituto. Años después, el Instituto se incorpora a la Cirugía Cardiovascular, con la figura de Clemente Robles y en el campo de la Fonomecanocardiografía, aparece con brillantez Bernardo Fishieder.
Al iniciarse la década de los años ‘60s el Maestro Chávez abandona la dirección del Instituto al ser electo Rector de la Universidad Nacional Autónoma de México. Le siguen en la dirección, con una muy distinguida labor los Maestros Salvador Aceves (1961-1965), Manuel Vaquero (1965-1971) y Jorge Espino Vela (1971-1975).
Cardiologia.org.mx. Septiembre de 2018.
El médico y la bata blanca
La cercanía del día del médico (23 de octubre), me invita a la reflexión sobre aquéllos elementos simbólicos que a través del tiempo se han asociado con esos seres humanos, que día con día viven su realización profesional a través del estudio y la práctica de la bella ciencia artística o del bello arte científico que es la medicina, y sin duda, el principal de estos elementos es la bata blanca.
Antes del movimiento moderno y contemporáneo de bata blanca, el vestuario médico era negro; esto aparentemente dada la connotación del color, su formalidad y seriedad, como era el solo hecho de encontrarse consultando a un facultativo.
Era tal la solemnidad del acto médico que habitualmente cuando se consultaba a uno de ellos, era una última esperanza y ejemplificaba como tal el pórtico hacia el final de la vida, es decir el negro estío. El solemne negro incluso en ese contexto tanatológico era el color de los párrocos y curas, y de las órdenes monásticas de mujeres (monjas).
Hasta finales del siglo XIX, el negro era el color de los galenos, y a comienzos del siglo XX aparece el blanco, de transitoriamente a definitivamente. Incluso, esta transición se observa en el atuendo de las monjas de órdenes hospitalarias.
La transición al blanco fue posibilitada por ciertos hitos históricos tales como: - Los avances del francés Louis Pasteur (1822-1895) como refutador de la teoría de la generación espontánea, como padre del procedimiento de la pasteurización, y sus trabajos iniciales sobre enfermedades contagiosas; y del inglés Joseph Lister (1827-1912) como padre de la asepsia y la antisepsia.
La bata blanca está enmarcada dentro de la mente colectiva contemporánea de lo que es un médico, junto al estetoscopio (o fonendoscopio), y unas décadas atrás lo eran también el maletín negro y el espejo de cabeza.
La “hoy blancura” de la bata denota rigurosamente ciencia, esperanza, autoridad y curación, todo lo antagónico al abrumador negro fatídico, efímero y mortal.
Igual en relación a la concepción, percepción, ideario e imaginario social de los hospitales, estos cambiaron de ser sitios para ir a agonizar y morir, a lugares donde se busca sanación y cura.